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Peña Oroel (Jaca, Huesca, España). Fuente: Parant (1911). |
Por Sighildis Hammer, PhD &
Gundhramn Hammer, PhD
29 de julio de 2018
Introducción
La
privacidad es una especie en extinción. Actualmente estamos viviendo bajo las
garras de un monstruo sediento de control y vigilancia. Un demonio, un
peligroso “boogeyman” (cuco), creado básicamente por la oligarquía
global (véase George, 1991; Aksan & Bailes, 2013; Ackerman, 2014; Mourad,
2017) a base del sudor ajeno con la excusa del “terrorismo internacional” para
utilizarlo como herramienta de control social a escala planetaria.
Por lo
tanto valoramos mucho nuestra privacidad personal. Pero dada las
circunstancias, haremos una excepción y dejaremos de lado este derecho y
relataremos brevemente una de nuestras experiencias de viajes y la
relacionaremos con la conservación de paisajes naturales y el mundo
turístico y la salud. Nuestro objetivo es que aquellas personas que por
casualidad lean este artículo, reflexionen sobre la importancia de la
conservación de la Naturaleza, libre de las violaciones de los humanos
(Primates: Hominidae: Homo sapiens), donde sea.
En
este caso, en Europa Occidental. Más específicamente, en un rincón de España:
Jaca (Huesca).
Esta
historia comienza en Francia. Luego, la conectamos con un suceso que
aparentemente no ha llamado la atención de nadie en Jaca. Pero deberían
prestar mucha atención, pues el futuro de la sostenibilidad de su ciudad
está amenazado.
Francia:
Turistas canadienses hartos de ver museos, monumentos e iglesias
Hace
un par de años viajábamos por tierra desde Alemania hasta Portugal, para luego
partir desde allí hacia Africa. Para llegar a Portugal obviamente había que
atravesar Francia y España. Aunque las autopistas en Europa nada tienen que ver
con aquellas de los Estados Unidos, por ejemplo, donde las autovías
interestatales a cada cierta distancia tienen en sus orillas áreas
excelentemente diseñadas y exclusivamente para que descansen y puedan hacer sus
necesidades fisiológicas los automovilistas y los camioneros, ya cansados del
viaje en Francia buscábamos un stop donde poder descansar y estirar las
piernas un poco.
Finalmente
encontramos uno y nos salimos de la autopista. Era una pequeña zona para tal
efecto y nos topamos con unos turistas. Eran dos parejas que habían venido a Francia
para conocer sus famosas bellezas y abundantes sitios de interés cultural.
Ambas
parejas aparentemente viajaban en coche alquilado. Serían como las tres de la tarde
de un día de verano. Una mujer en ese momento estaba durmiendo dentro del
coche. Los otros tres, dos hombres y una mujer, estaban fuera del vehículo.
Conversaban y al mismo tiempo hacían ejercicios de estiramiento de piernas y
después se acercaron a una banca.
Estando
en un mismo lugar, nos saludamos mutuamente. Pronto entablamos conversación y
en seguida nos dijeron que eran de Canadá. Habiendo nosotros estudiado y
vivido parte de nuestras vidas en su país, algo que les hicimos saber, nos
entendimos entre sí perfectamente.
Lo que
los turistas canadienses nos dijeron no nos sorprendió nada. Nos consideraron
como unos de los suyos y con confianza se desahogaron. Expresaron que ya
estaban hartos de visitar y ver tantos museos, monumentos e iglesias en Francia.
Aparte de la comida, algo que indicaron que históricamente sin la inyección
cultural italiana de los cocineros que Catarina de Médici trajo a Francia no
tendría nada que ver con lo que actualmente es, querían algo más. Querían ver
paisajes naturales y paisajes que combinasen bien lo natural con lo antropogénico.
Paisajes mixtos pero agradables a la vista. También nos dijeron que pocos
franceses eran hospitalarios y amables y que ya se les hacía muy largo esperar
el día asignado de vuelo de vuelta a casa. Y mencionaron que nunca jamás
volverían a venir a Francia.
Con lo
cual concluimos que Francia en ese instante se había perdido unos turistas para
siempre. No olvidemos que estos canadienses tenían (y tienen) amigos y
familiares. Entonces, su experiencia alejaría a futuros turistas, gente que
dondequiera que llega usualmente consume y gasta mucho dinero en diversas
cosas, por ejemplo en hoteles, restaurantes, souvenirs, etc. Cosa que beneficia la economía local. Después de
todo, la industria turística es un asunto de dinero.
Se
contentaron cuando les dijimos que comprendíamos perfectamente lo que nos
habían contado. Además les sugerimos que para ver paisajes naturales o mixtos
(con estructuras antropogénicas) estaban en el lugar equivocado, pues ya los
tenían en abundancia en Canadá. Además, les recordamos que en Canadá, por
ejemplo, generalmente cualquier “barn” (granero) de tejado rojo
abandonado o una cerca de alambres de púas en medio de una gran pradera o al
lado de un enorme bosque salvaje eran (y son) dignos de una pintura.
Y de
hecho estas escenas se utilizan en las postales. Lo antrópico no necesariamente
resulta ser un “eye-sore” (inglés, cosa que hiere,
ofende u ofusca la vista; Velazquez de la Cadena et al., 2003: 384)
en un paisaje (Fig. 1).
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Figura
1. Un clásico ejemplo de paisaje mixto que combina lo natural con lo antrópico:
la pradera norteamericana, una alondra (Sturnella neglecta) cantando y
una cerca de alambre de púas. Fuente: Google Images. Pintura de Adam Grimm.
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En la
actualidad, imágenes como la anterior son frecuentes si uno viaja en verano a Flint Hills y sus alrededores en Kansas (USA), un estado que conocemos de un
extremo a otro.
Y
dentro de nuestra conversación, también añadimos que Europa, un
continente, o mejor dicho una enorme península de Asia, que ha sido maltratado
por el humano durante muchos siglos, machacado por grandes conflictos bélicos,
tanto que después de la Segunda Guerra Mundial los vencedores Illuminati invirtieron
mucho dinero (el Plan Marshall) (véase Laurent, 1972; Hogan, 1987) para
reconstruir a Europa, salvando muchos países del colapso económico,
acicalándolo con un cierto tono de cuentos de hadas e incluso reinventando e
inyectando aquí y allá supuestas tradiciones culturales, algunas sacadas de la
nada, con el propósito de convertirlo en destino turístico y lograr así que las
masas de gente hambrientas aquí pudieran salir de la pobreza (Fig. 2-4) por
medio del turismo, la industria, el comercio, etc., además de empujarlo hacia
la “globalización” (i.e., subterráneamente zamparlo en el imperio de la Cocaína
& Co. con sus correspondientes lavanderías), si bien era (y es) cierto
que aún tenía (y tiene) unos cuantos reductos naturales o humanizados que son
dignos de admirar, también poseía (y posee) muchos eye-sores en los
paisajes.
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Figura
2. Aldeanos rezando ante iglesia en Lida, Polonia (1916). Fuente: Deutscher
Überseedienst Transocean (1916).
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Figura
3. Campesinos de Bretaña, Francia. Foto de Mrs. Fairchild. Fuente: Smith
(1909).
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Figura
4. Campesinas españolas cogiendo agua en una fuente. Foto de Charles Upston
Clark. Fuente: Clark (1910).
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Esta cosa
de eye-sores es un fenómeno común en cualquier parte del mundo,
dondequiera que el humano haya clavado las estacas de su “desarrollo
económico”. Y Europa está “desarrollada”. Es decir, ha sido y está
jodida por el humano (Figs. 5-6), desde el punto de vista ecológico (véase
Rühling, 1994; Panagos et al., 2013).
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Figura
5. Europa: contaminación de cesio-137 después del accidente de Chernobyl. Fuente:
Izrael et al. (1996).
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Figura
6. Derrames petroleros en aguas europeas: 1990-2005. Fuente: European
Environment Agency (2006).
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Veamos
un típico ejemplo de eye-sore en un país de Europa: España.
España:
La presencia de un cartel inmobiliario quita valor turístico a paisaje del
Monte Oroel en Jaca
Si de
economía se trata, la ambición devora a cualquiera que entra en su dimensión.
Generalmente los humanos (plenamente satanizados o no) que tienen más
(dinero, propiedades, etc.), quieren más. Y para tener más, hay que “desarrollar”
(joder el medio ambiente al final de cuentas) más.
Aunque
hoy se habla mucho de “sostenibilidad”, una farsa inventada para
continuar con el mismo tren de vida antibiosférico, en realidad de la manera
que hemos montado nuestra civilización, “desarrollar” al final de la
cadena implica joder más a la Naturaleza, la fuente de todas las civilizaciones
humanas.
Así,
entre los políticos y los empresarios, apoyados por los bancos, podemos
encontrar cualquier cantidad de gente que está repleta de ganas de “desarrollo”
(ganas de joder el medio ambiente al final de la cadena, directa o
indirectamente). Individuos que en su mayoría excesivamente cargados de oro ya
van cuesta abajo. Es decir, tienen una pata en la tumba y la otra en una
peladura de banana. Debido a su avanzada edad están a punto de caer en el hoyo
y obligadamente dejar todo atrás pero aun así continúan pensando solamente
en dinero y cómo hacer más dinero. Su infinita obsesión por el
dinero se los llevará y se la llevarán a la tumba.
Pero
mientras viven, en su afán de “desarrollo económico” (joder más la
Naturaleza al fin y al cabo para hacer más dinero) de montar empresas y más
empresas por doquier, esta clase de gente siempre dispara una de sus favoritas
armas: la propaganda de que “crean puestos de trabajo”.
Si
bien tal cosa puede ser cierta, ¿dinos
tú qué haces con un mísero sueldito de 6 euros por hora que te pagarán
en estos tiempos que todo está caro en España? Después de que pagues el
alquiler del piso, la cuota del coche, internet, teléfono, gas, luz, agua y
comida, no te quedará nada y te verás obligado a ir al banco para que te chupen
la sangre.
La
vida de la mayoría de gente es dura. Por lo que no es nada extraño que, aparte
de que abundan los humanos que aman la estrategia del mínimo esfuerzo y buscan
la manera de ganar dinero fácil, por esta puerta trasera entra a menudo la
mafia. Si acaso hacen estudios superiores y logran sacar un diploma que les
catapultará al mundo de los acomodados para disfrutar abundantes frutos,
cosa que los mantendrá y mantiene quietos y obnubilados sin protestar y lejos
de convertirse en una amenaza para el status quo, tienen que lamer mucho
culo para agarrarse como lapas a su trabajo una vez hayan conseguido empleo.
Mientras
tanto, los empresarios se embolsan millones sino billones y los políticos
reciben su buena mordida. Y los bancos se engordan. Cosa nada extraña, pues
economía y política, con el ojo de la Puta de Babilonia & Inc.
encima, duermen en la misma cama.
No
olvidemos que generalmente los políticos son grandes maestros en inventar diversas
estrategias para sifonear dinero público a sus bolsillos por medio de
asociaciones, fundaciones, proyectos, etc. Estrategias que pulen con el tiempo
y respaldan con leyes que cambian según les convenga. A medida que escalan
políticamente, tarde o temprano reciben de parte de los millonarios empresarios
puestos de trabajo muy bien remunerados, ocupando cargos como presidentes,
vicepresidentes, apoderados, administradores únicos, apoderados delegados,
etc., en determinadas empresas. En este mundillo, las conexiones políticas
valen mucho dinero, cosa que los empresarios nunca dejan pasar sin aprovechar.
Y si los políticos se distinguen por sus habilidades vampíricas, llamarán mucho
la atención de alguna fundación de la élite, de esas que dicen que son “sin ánimo
de lucro” pero que en realidad son una tapadera para “hacer más plata”
y mantener a raya los sabuesos de hacienda, y donde algún tonto monarca o
cualquier otra persona famosa en los medios de comunicación sirve de cebo como “presidente
de honor” para atraer gente, entonces pueda que logren ser invitados a ser
miembros de ella. Así, sus egos políticos sobrepasarán el volumen del
Everest.
Su
astucia para vivir del cuento es tal que, con o sin esta invitación especial de
parte de la oligarquía empresarial, a los enredados veteranos políticos
(presidentes, expresidentes, ministros, exministros, alcaldes, exalcaldes,
concejales, exconcejales, etc.) y sus amiguetes siempre se les ocurre crear “empresas
públicas” donde ellos mismos figuran como presidentes, vicepresidentes,
administradores únicos, apoderados, etc., cosa que les redundará en
exorbitantes sueldos. Adicionalmente, se les permite convertirse en accionistas
de tales empresas. De esta manera no tardan mucho en encumbrarse a niveles
millonarios. Esta es exactamente la niña del ojo que esta clase de gente busca.
Por
supuesto, sabiendo que todas las redes empresariales en el planeta acaban de
una u otra manera en Panamá, ya se asegurarán que las suyas también estén
subterráneamente bien conectadas y atadas por medio de retahílas de empresas
fantasma (léase Papeles de Panamá) con dicho paraíso fiscal.
Damas
y caballeros, a esta cosa, más otras cosas, a esta gran farsa, a esta chupadera
de la energía vital de la gente esclavizada a la moderne, aunque a base
de ingeniería social oligarcogénica la mayoría de gente ya tiene tan lavado el
cerebro que creen que su vida “de bienestar” a base de deudas nada tiene
que ver con la esclavitud de otrora, se le llama sistema “democrático”,
cuando en realidad es una daemocracia (griego, daemon, demonio).
Un sistema de control social demoníaco.
¿Cuál
es el resultado de semejante cosa daemocrática?
Está a
la vista. “Desarrollando” la tierra y los océanos, es decir jodiendo a
diestra y siniestra la Biosfera, chupando la esencia de la vida del planeta,
ya hemos llegado donde actualmente estamos: comiendo y bebiendo
mierda (véase Schettler, 2006; Rudel et al., 2011; Leistra &
Boesten, 1989; Gundacker et al., 2002) y enfrentados a una crisis
ecológica. Un fenómeno antropogénico y básicamente de raíces conductuales y
sociales.
Pero
el tren de “desarrollo” no para. Sigue adelante, machacando y
destripando todo a su paso (véase Geyer, 1980, 1981; Sharma et al.,
1980; Macandrews, 1988; Redford, 1992; Ker, 1995; Valiela et al., 2001),
conducido por ciegos, con los pasajeros cegados y entretenidos con bagatelas.
Conductores
y pasajeros juran que llevan rumbo. Pero en realidad no tienen rumbo.
Su
actual rumbo sin rumbo, aunque a cada rato hay quien dice que está en las estrellas
en el infinito espacio del universo, traerá su eventual derrumbe, acabando en
lugar de las estrellas, en su propio patio totalmente estrellado.
Por el
momento, el cual bien podría ser su último momento, dicen que sin este tren no
hay tren de vida basado en el tren que tiene el tren que no es el tren que
debería ser el tren, pues si se acaba el tren que sujeta a este tren, se
quedarán sin su tren, con lo que entonces pasarán al tren de los
laberintodontos para siempre, a la extinción.
No
tienen sentido. Aunque también juran que tienen sentido.
Pero
este sentido no lo colocan donde deberían sentir con el sentido.
Y
diciendo que tienen sentido, aunque su actuar delata que no tienen sentido, se
ponen a hacer lo que no deberían hacer, sin nunca pensar que lo que hacen no
tiene sentido para lo que deberían tener sentido.
Y
donde pasan sin sentido, se nota su carencia de sentido.
Siembran
el planeta de cosas que al final de cuentas no tienen sentido y que además,
daña la Biosfera del planeta.
Por
ejemplo llenar el mundo entero de moles de cemento sin sentido.
Habiendo
dicho lo que hemos dicho, por fin hemos llegado donde queríamos llegar: al
grano. Al nicho de los inmobiliarios para hablar de sus eye-sores sin
sentido biosférico.
Y
vayamos al grano. Al ejemplo de un eye-sore en España.
Específicamente
en Jaca, provincia de Huesca, al pie del Pirineo. Una ciudad
ubicada en un país donde curiosamente mucha gente, incluyendo los políticos,
habla de “ir a Europa”, lo que equivale a decir cruzar la barrera
geográfica de la cordillera pirenaica de España a Francia, como si no
estuviesen ya en Europa. Un lugar donde ciertos políticos y empresarios Illusionati
luchan a diestra y siniestra pero muy alocadamente por clavarlo en la mente de
la gente como un destino turístico globalmente.
Pero
en su afán de “desarrollar económicamente” a Jaca a lo máximo, hay
quienes que, sin ninguna visión biosférica ni previsión de que las ciudades
del futuro obligadamente tendrán que ser autosuficientes,
pues vivimos en un planeta de recursos finitos, uno que los expertos ya
nos han advertido que no daría abasto si los 7.000.000.000 millones o más de “chapulines”
humanos se pusiesen a devorar y derrochar recursos naturales al gran estilo
americaine, cosa que implicaría tener otras tres a cinco Tierras más
al lado de reserva, aunque hablan mucho de “desarrollo sostenible”,
lo que en términos políticos equivale en realidad a desarrollo biosféricamente
insostenible pero sostenible para su bolsillo, y a menudo de “conservar la
biodiversidad”, lo que significa buscar una manera de extraer fondos de la
poza pública para su propio pozo sin fondo, poniendo en este mismo buzón de vez
en cuando su cosa de la “diversidad cultural”, que no es otra cosa más
que una cosa que tiene que ver con aquella gente que fabrica más babies,
los futuros aborregados necesarios para mantener el actual tren de locura
antibiosférica, con sus cosas están dañando las cosas bonitas de esta ciudad
histórica.
Y qué
mejor manera que ponerlo en imágenes (Fig. 7-8):
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Figura
7. Vista panorámica del Monte Oroel en Jaca (Huesca, España) antes del cartel
inmobiliario. Foto: The Biosphere Watchers.
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Figura
8. Vista panorámica del Monte Oroel en Jaca (Huesca, España) después del cartel
inmobiliario. Foto: The Biosphere Watchers.
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Obviamente,
sin ningún tacto ecológico ni sentido biosférico, los oligarcas de Jaca han
elaborado ambiciosos planes urbanísticos que eventualmente dañarán uno de los
paisajes más emblemáticos de Jaca.
¿Cuál?
La vista
panorámica de un paisaje del Monte Oroel: la planicie del Camino
Corona de los Cuervos (Fig. 7-8, arriba).
No se
han puesto a pensar que vivir rodeado de Naturaleza contribuye a que estemos
sanos. Olvidan que sin Naturaleza no hay vida. Sin Naturaleza no hay
civilizaciones.
Entonces,
considerando que en este mundo todo está conectado, el cartel inmobiliario
clavado en el Camino Corona de los Cuervos (Fig. 9), aunque
aparentemente está desconectado con el mundo de la medicina, tiene conexiones
con la salud humana.
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Figura
9. Cartel de inmobiliaria clavado en la planicie del Camino Corona de los
Cuervos en Jaca (Huesca, España). Foto: The Biosphere Watchers.
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La
presencia de este eye-sore inmobiliario no sólo disminuye el valor
turístico del paisaje del Monte Oroel, sino también incide en la salud
de las personas (ver Moyano Estrada
& Priego González de Canales, 2009) que
se deleitan con mirar paisajes naturales para hacerse uno con él, ya que “sentir el territorio” es terapéutico,
como bien nos recuerda Joaquín Araujo: “tener paisaje es uno de los componentes
básicos de la salud”. ¿Por qué si no, hospitales, colegios, oficinas, centros
de salud mental, sanatorios, conventos, etc. reservan su área central a algún
ejemplar de árbol singular, a alguna alineación de setos, a unos parterres de
flor de temporada o un sencillo ajardinamiento? Porque necesitamos tener
paisaje, aunque éste sea el que humildemente forma un árbol en medio de un
patio de hormigón, o un macetero con geranios en el alféizar de una ventana de
casa” (Llobera Serra,
2009: 2).
Por lo tanto es importante para nuestra salud tener paisaje. Mientras
más natural sea, mejor.
Lo que quiere decir que la planicie del Camino Corona de los
Cuervos en Jaca tiene valor terapéutico para sus habitantes y para
los turistas que visitan dicha ciudad.
Merece su conservación. Conservarlo sin ninguna intrusión urbanística
es lo biosféricamente correcto.
En este contexto, podemos decir que cuando los políticos aragoneses
aprobaron el Plan de Protección del Paisaje Protegido de San Juan de la Peña
y Monte Oroel (Decreto 188/2014, de 28 de noviembre, del Gobierno de
Aragón), no tomaron en cuenta la necesidad de crear una zona buffer (zona
parachoques, interfaz, tampón; Velazquez de la Cadena et al., 2003:
136), un perímetro de varios kilómetros con el propósito de mantener este mismo
paisaje de manera protegida, solamente permitiendo agricultura
ecológica en los campos ya existentes, integrada biosféricamente,
más allá del dominio del cemento.
Al no existir tal zona buffer protegida de varios kilómetros a
la redonda del Monte Oroel, es así como se permiten planes de urbanizar este
paisaje tan emblemático y bello de Jaca: la planicie del Camino Corona
de los Cuervos. El mundo de Don Chopo, el árbol gigante de Jaca.
Si lo urbanizan, si lo encementan y asfaltan, ya podemos decirle adiós
a este precioso paisaje. Uno de los más simbólicos de Jaca y uno de
los más bellos de Europa (Fig. 10).
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Figura
10. Paisaje simbólico de Jaca (Huesca, España): vista panorámica de la Peña
Oroel desde el Camino Corona de los Cuervos. Foto: The Biosphere Watchers.
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Desaparecería para siempre bajo un manto de hormigón y asfalto. Sin
sentido biosférico.
Ante todo esto, nosotros nos preguntamos: ¿de qué sirven tantas leyes
que supuestamente protegen la Naturaleza en España? ¿De qué sirve hablar tanto
de la “conservación de la Biodiversidad” o de la “sostenibilidad”
si a la hora de la verdad todo se queda sólo en papel?
¿Es que en Jaca la gente no ha aprendido las lecciones del pasado?
No hace mucho tiempo derribaron las murallas de Jaca (Fig. 11).
Los “iluminados” de esa época de la ciudad le “dieron por el saco”
a uno de los mayores encantos de Jaca. La pluma del historiador Sr. Valentín
Mairal López (2016) nos cuenta qué pasó al respecto, desde 195
a.C. hasta 1960. Aunque dudamos que esta ciudad sea tan vieja. Pero esto es pan de otro saco.
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Figura
11. Jaca de ayer: La Puerta Mora de sus antiguas murallas. Fuente: Parant
(1911).
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Hoy
nosotros solamente podemos decir: ¡Qué pena!
Y en
pleno siglo XXI... ¡Qué pena también sería que borrasen del mapa uno de sus
mejores paisajes: la planicie del Camino Corona de los Cuervos!
¡Ay,
Diógenes!... ¿Dónde está tu lámpara?
¡De
quienes dicen que saben lo que saben de lo que dicen que saben pero no saben de
lo que deberían saber de lo que todos debemos saber para sobrevivir como
especie en este planeta, líbranos Señor!
Ahora
resumamos. Por el camino biocida que llevamos a escala planetaria, no
llegaremos muy lejos ni en Jaca ni allende. Desde la perspectiva biosférica,
tarde o temprano la Tierra/Océana nos tragará de una vez por todas.
Se nos
tragará a todos nosotros los humanos. Por imbéciles, ecológicamente hablando.
Y
pensándolo bien, nos lo merecemos. Por tontos.
Pero
antes de que se cierre esta ventana, aún podemos hacer algo.
Damas
y caballeros, señoras y señores de Jaca, ha llegado la hora de actuar
biosféricamente.
¿Permitiréis
semejante proyecto urbanístico en vuestro bellísimo paisaje del Monte Oroel?
¡Jaquesas!
¡Jaqueses!... ¡Despertad!
¡Vamos!
¡No os quejéis en silencio! ¡Haced algo por el medio ambiente! ¡Esta es vuestra
oportunidad de evitar que Jaca sea urbanizada a tope sin sentido!
¿Cómo?
Para comenzar,
enviad vuestras ideas, opiniones y/o protestas a las autoridades
correspondientes en Jaca y en Aragón, en España y el Parlamento Europeo.
Agradecimientos
Estamos
agradecidos a The Biosphere Watchers por las fotos (Figs. 7-10). También
damos las gracias al Administrador de E.T. Detective por permitirnos
publicar en su portal y al Dr. Maximilian von Ort por poner a nuestra
disposición su enorme biblioteca.
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